Fijaos que campaña publicitaria más conmovedora y más emocionante, que nos ha abierto los ojos a mujeres de medio mundo. Que somos más guapas de lo que creemos, que ya nos hemos liberado de la presión de los canones de belleza y hemos recuperado toda nuestra autoestima y ganas de vivir y felicidad. Lloro.
Traducción: Este spot publicitario va dirigido a tí, mujer, delicado ser históricamente preocupado por la imagen, por agradar al sexo contrario, por agradar al mismo sexo, por agradar. Estate tranquila, ya no necesitas gastarte la mitad de tu sueldo en químicos que embellezcan tu piel, ahora para agradar basta con tu cara recién lavada (e hidratada ocho veces al día con nuestras cremas, claro), tu vello sin depilar y tus rojeces epidérmicas. Porque tus rasgos duros, tus llamativas imperfecciones, ya te hacen virtuosa. Te dan personalidad. Te definen a tí misma. Y todo esto lo sabes gracias a nosotros y a nuestra intensa labor de concienciación social, porque alguien tenía que sacarte de la vorágine de modelación plástica que te estabas infligiendo, cuando lo único que necesitabas es un espejo que te demostrara que todo tu potencial está ante tus ojos y son exclusivamente tus ojos, tu boca, tu nariz, tu cuello, tu pecho y demás aglomeraciones fortuitas de células.
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Pues anda que bien. Me quita un peso de encima saber que ya no necesito maquillarme, peinarme y vestirme durante cinco horas al día y que ese tiempo lo puedo dedicar a lucir mi belleza natural allá donde vaya: a mirar de reojo mi reflejo en las ventanas de los coches, a dejarme fotografiar por absortos varios, a regalarle los ojos a otros guapos, a ser fetiche de estilistas, a encender líbidos que ya han visto de todo, a pasear de la mano de mi afortunado novio y regalarle al mundo una escena de magnificencia casi divina. En definitiva, a cumplir la función que me ha sido encomendada en esta vida, que es procurar un memorable espectáculo visual a quienes me rodean.
A disfrutar de ser guapa. A sentirme aceptada socialmente. A realizarme como mujer. No lo digo yo, lo dicen Dove y Foroenfemenino.
Pero me pregunto yo, ¿qué pasa si a mí me importa un pimiento mi apariencia? Que cuido ciertos aspectos de mi físico, sí. Que descuido otros muchos, también. Que estoy sometida a ciertas pautas de feminidad, quizá. Que no baso mi autoestima en la opinión que un par de mujeres visiblemente corteses tengan sobre mi facciones, también. Que prefiero causar una buena impresión de primeras y que la gente no huya despavorida clavándose tenedores en los ojos, sí. Que no acepto que nadie se forme una opinión de mi en base a mi apariencia, por supuesto.
Hace décadas ya que la mujer dejó de ser considerada mujer florero, y sin embargo aún hay canones sociales que aleccionan sobre dicha actitud y que reducen lo femenino a lo frívolo. Es el caso de la presente campaña publicitaria, que ensalza la neurosis femenina por lo estético. Dove ha pensado hábilmente que marcarse una oda a la belleza real le beneficia empresarialmente ya que su manifiesto infinitamente cínico provoca una reacción de confianza infantil en sus clientas que indirectamente les reportará más ventas. Porque las mujeres somos así, sensibles y manipulables. Si nos haces llorar, nos tienes ganadas.
Amigas, lo que Dove intenta decirnos es que le gusta la belleza real, la belleza sin aditivos, sin postizos; le gusta que pases tres horas al día frente al espejo admirando tu belleza, otras tres horas repitiéndote mentalmente lo bonita que eres y que lo exhibas orgullosa las 18 restantes.